Con este resultado, Olimpia confirmaba el “mote” de “verdugo de Boca”, pues también se había encargado de eliminarlo de otras dos ediciones anteriores del mismo torneo: en la ya mencionada final de 1979 y en la de octavos de final de 1989. Curiosamente, al igual que como ya había sucedido en 1979, Boca Juniors llegaba al duelo como vigente bicampéon del torneo. En el siguiente encuentro enfrentaría en la reedición de un viejo clásico y del enfrentamiento de la final de la Copa Libertadores del ’60, al Peñarol de Montevideo. En ese mismo año, el “Decano” al haberse alzado con el título de “Campeón de América” nuevamente al conseguir ganar por 2° vez en su historia la Copa Libertadores de América bajo la dirección técnica del uruguayo Luis Alberto Cubilla, se ganó el derecho de disputar la Copa Intercontinental en el Estadio Nacional de Tokio, Japón de 1990 con el AC Milan italiano, equipo campeón de la Liga de Campeones de la UEFA 1989-90, conducido por el entrenador italiano Arrigo Sacchi.
Más tarde, Olimpia se tuvo que contentar, al igual que en 1990, con el subcampeonato de la Copa Intercontinental del 2002, que en esta ocasión fue ganada por el Real Madrid de España, con un resultado de 2-0. El Real Madrid, contaba en sus filas con jugadores de la talla de Iker Casillas, Roberto Carlos, Makelèle, Zinedine Zidane, Luis Figo, Raúl y la reciente incorporación, el “Fenómeno” brasileño Ronaldo, quién debutaba internacionalmente con el equipo merengue frente al Olimpia. De esta manera, Olimpia regresaba a una final internacional, desde 1992, año en que dirimió ante el Atlético Mineiro el título de la extinta Copa Conmebol. Así el AC Milan se alzaba con su 3° y última Copa Intercontinental en 1990, mientras que Olimpia se debía conformar con el subcampeonato intercontinental y el haber llegado a su 2° final de este certamen para disputarla contra un gran equipo europeo que contaba con sus grandes figuras como el arquero Giovanni Galli, el defensor capitán italiano Franco Baresi, y los también defensores italianos Alessandro Costacurta y Paolo Maldini, el ya mencionado mediocampista neerlandés, goleador del encuentro y gran figura sobresaliente Frank Rijkaard, el delantero neerlandés Marco Van Basten, entre otros más, todos en su mejor momento futbolístico.
En el juego de vuelta, en un partido trabado sin muchas ocasiones de gol, Grêmio vencería por 1-0, forzando la definición a través de una tanda de tiros penales, en la cual los olimpistas derrotarían al equipo brasileño por 5-4, anotando el último penal el mediocampista Juan Carlos “Choco” Franco. No obstante, la eventual pérdida de aquel campeonato significó el lamento por parte de la masa seguidora del equipo pues llevaba una amplia ventaja de puntos durante gran parte del certamen, cediendo la conquista del título de manera poco creíble en la última jornada ante su más tradicional adversario, Cerro Porteño en un encuentro muy disputado con arbitraje polémico de Carlos Amarilla y un gol legítimo anulado por el juez de línea Juan Zorrilla al equipo franjeado tras un gran cabezazo de Carlos Humberto Paredes en el área cerrista. En el primer encuentro perdió frente a River Plate de Buenos Aires por 3-0; pero en la revancha, el “Franjeado” igualaría el resultado venciendo de la misma manera. El encuentro de ida acabaría 2-1 a favor del equipo uruguayo; pero en la vuelta, el equipo Oriental sufriría su peor derrota internacional cayendo estrepitosamente por 6-0, dándole a Olimpia (de alguna manera), la venganza del ’60 y del ’61.
En la gran final, el “Decano” caía sorpresivamente por 1-0 en condición de local frente al sorprendente brasileño São Caetano, el cual se había erigido como uno de los tres equipos más fuertes del Brasil de aquellos años, obteniendo dos subcampeonatos del prestigioso Campeonato Brasileño de Serie A más conocido como Brasileirão, en los años 2000 y 2001, y el Campeonato Paulista de 2004. Pero en la revancha, por medio de una reacción con ribetes épicos, Olimpia daría vuelta la historia, primero venciendo por 2-1 durante el tiempo reglamentario de 90 minutos, con goles de Gastón Córdoba y Richart Báez, para obligar más tarde a una nueva definición de tiros desde el punto penal, en la cual otra vez saldría vencedor el equipo franjeado, en este caso por 4-2, tras la conversión en gol del último remate ejecutado por Mauro Caballero, conquistando así su 3° Copa Libertadores de América, la 7° estrella internacional hasta entonces sumando todas las competiciones.
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